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10 Tus ciudades amuralladas quedarán silenciosas y vacías, abandonadas las casas, invadidas las calles por malas hierbas, y las vacas pacerán por la ciudad rumiando ramas y arbustos.

11 Mi pueblo es como secas ramas de árbol, quebradas y puestas como leña debajo de las ollas. Son una nación necia, un pueblo fatuo e insensato, puesto que se aparta de Dios. Por lo tanto, no se apiadará de sus habitantes el que los hizo, ni les mostrará misericordia.

12 Pero vendrá el tiempo en que uno por uno los recogerá el Señor como quien escoge granos con la mano, seleccionándolos de aquí y de allá de entre su gran era que se extiende desde el río Éufrates hasta los límites de Egipto.

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